lunes, 21 de febrero de 2011

El corazón y la esperanza

Cuando me auto desterré de los dominios de mi padre Neptuno.
Hice lo que de mi se esperaba, seducir y acabar a varios humanos.


Estuve internándome en tierras humanas a través de sus ríos.
Los atraía hasta el agua con mis canciones.
Los seducía con mis formas y desaparecía, para al día siguiente volver ha hacer lo mismo.
Me metía en sus mentes, para llegar a ser su obsesión, para quitarles el juicio y que murieran sin darse cuenta en las corrientes acuáticas.
Un día, un humano llego a las orillas de la laguna que habitaba, y era diferente, no solo no callo ante mis encantos si no que consiguió hacer que la que perdiera mi corazón fuera yo.
Su nombre Sir Lawrence.






Nos casamos y al darnos los votos, Lawrence dijo: "Hasta el último aliento que salga de mi boca será ofrenda de mi amor y fidelidad a ti".

Una tarde, estaba paseando cerca de los establos y oí familiares ronquidos de Sir Lawrence. Al entrar, vi a mi marido dormido en los brazos de otra mujer, joven y hermosa.
Y entonces le señale furiosa, el hombre, al ser golpeado por la punta de mi dedo, sintió como una terrible patada. Convertida en furia, le maldije con las siguientes palabras:

"Tú me prometiste que hasta el último aliento que saliera de tu boca sería para mí, y yo acepté tu voto. Entonces que así sea. Todo el tiempo que permanezcas despierto tu aliento te pertenecerá, pero si alguna vez te duermes... tu aliento me pertenecerá y tú morirás".

Evidentemente el murió a los pocos días a pesar de sus esfuerzos por no quedarse dormido.

Al yo casarme con un humano perdí mi parte mágica y mitológica, así que acudí a mi abuelo Juno, es cual era un presumido incorregible y se instituyo, como mi figura paterna.
Bajo sus cuidados poco a poco recupere mi divinidad, pero a cambio de algo, por supuesto.
Perdí mi corazón, ahora si necesitaba atraer y acabar a los hombres humanos, pero para mantenerme viva, era una enfermedad, mas que una maldición, puesto que me ocurría, cuando yo me rendía a los brazos del sueño.

Estando en el manantial Dorado, donde iba diariamente a bañarme, un equino apareció a mi lado haciendo que mi canción se interrumpiera bruscamente.

Busque lentamente con la mirada a mí alrededor, pero ni un alma halle, hasta que intrigada, me levante y camine al encuentro de aquel pobre desdichado que intentara sorprenderme.

Iba totalmente desnuda al encuentro de aquel humano, que seguramente por los apeos de guerra que llevaba el equino, serio un hombre, así que lucia mi desnudez como un arma defensiva.

Lo encontré inerte entre los matorrales, directamente detrás mío, así que había perdido el conocimiento en un intento de llegar a la orilla ¿Me abría visto?
La verdad no tenía importancia.

Me di la vuelta para dejarlo a su suerte, puesto que no tenia intención de inmiscuirme en la guerras humanas, pero no había dado dos pasos, cuando me tuve que volver.

Me agache a su lado, toque su rostro, estaba tan herido que posiblemente moriría en horas.

Su postura, con el brazo extendido me indicaba que había intentado pedirme ayuda, o al menos llegar hasta mi, apreté los labios indignada e intente irme.

Un momento después, me vi haciendo unas parihuelas, con troncos y ramas para transportarle.

Mientras lo hacia, no podía quitarle los ojos de encima.

Mi interior tenía un calor que no había sentido nunca y estaba molesta por ello, yo no quería mas contacto con humanos y menos si eran hombres, ahora eran solo comida y solo cuando era estrictamente necesario.

Mi abuelo Jonás, Papa Jonás, sonrió cuando me vio con mi carga, el siempre decía que yo no estaba destinada a ser una solitaria.


  •  Estas equivocado, no significa nada.
  • ¿Quieres que le haga un pase mágico y vea donde le has tocado? 
  • No seas absurdo, le toque las heridas y el rostro a ver si tenia fiebre.
  • ¿Y desde cuando te interesas tu por salvar la vida a un humano?
  • No lo se, no pude dejarlo allí por mucho que quise.


Yo lo vele hasta que salió de la crisis, aunque fue Jonás el que lo curo con sus magias.

Cuando despertó y me hablo, tuve que sujetar el vació de mi interior, pareció querer salirse de mi cuerpo.

Afortunadamente para mí, insistió en marcharse rápidamente, aunque prometió volver.

Eso me tenia en vela, no podía dormir y cuando lo hacia, soñaba con el.






Acuse a papa Jonás de haberme plantado la semilla del amor de alguna forma de nuevo en mi interior y el lo negó.


  • Niña mía, eso que sientes efectivamente es amor, pero no ha llegado de mi mano.No te preocupes el es un caballero de guerra.No te desasosiegues volverá.
    No desvaríes pensando en tu enfermedad, no es humano.

Esa afirmación de papa Jonás, me dio alas de esperanza.

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