miércoles, 2 de febrero de 2011
Davier
Se despertó con el sol ya alto en el cielo, haciéndole daño en los ojos, y los oídos ensordecidos. Abrió los ojos y apenas pudo distinguir nada, una película de un color ocre cubría su campo de visión, a la vez que notaba por la cara algo húmedo y espeso con un leve regusto metálico correr por su cara……. Se limpió con una mano enguantada y observó que se trataba de sangre…. “diablos! Me han herido en el cráneo!!!” pensó, pero no se preocupó, si estaba de pie y podía ver, estaba bien. Hizo acopio de fuerzas y se dirigió hacia la linde del bosque donde pensó estaría más seguro…..
Una vez llegó rebuscó en el interior de su armadura hasta que encontró la faltriquera con la paga de la batalla….. menos mal que siempre pedía por adelantado el pago de sus servicios, pues esta batalla fue dura, de las más duras en las que participó. Tras volver a contar las monedas, (nunca se sabe quién te puede saquear tras una batalla), tomó uno de los muchos caminos que había en el bosque, no tenía destino claro, al menos ninguno hasta que encontrara señor (cristiano, sarraceno o pagano) que le pagara el estipendio por combatir a su lado. No sin antes tomar un baño para asearse (cosa que los cristianos denostaban y los árabes apreciaban) y aprovechar el baño y la calma para engrasar, pulir y preparar sus armas y armaduras, además de acabar de restañar sus heridas. Una vez listo y preparado se puso en movimiento…..aunque ahora tenía un objetivo en mente, entre batalla y batalla debería buscar un lugar donde, a juzgar por los retazos captados de una conversación entre otros dos mercenarios, iba a encontrar gente igual de capaz que él para la batalla, gente dura, curtida en mil batallas, pero que no había dejado de lado su humanidad, como pasó con muchos otros compañeros que conoció.
Iba tan absorto en sus pensamientos que apenas se fijó en una pequeña senda que se abrió a su izquierda, era muy estrecha y apenas llamaba la atención, sin embargo, en lontananza se divisaba una luz y visto que se iba acercando la noche, decidió internarse por ella, ya que….si no encontraba lumbre, seguro tendrían establo donde dormir con el caballo antes de seguir viaje…..Discurriendo iba estos argumentos cuando entró en un claro iluminado por la luz del atardecer, lo cual daba a la edificación situada en su centro (muros fuertes pero elegantes, puertas recias y bien trabajadas, portillos anchos pero fácilmente defendibles) una apariencia fantasmal, en su interior o bien estaba teniendo lugar una batalla o poco faltaba para que comenzara. Se encontraba decidiendo si entrar y tomar parte (por diversión esta vez, pues la bolsa le iba a durar unos días al menos) o pasar de largo y seguir su búsqueda, cuando un susurro casi le derriba del caballo….
“Bienvenido Davier, has encontrado lo que buscabas”
no fue tanto su susto por el susurro en sí, pues estaba pronunciado en la voz más cálida y amable que jamás escucho, sino porque nadie supo jamás su nombre aparte de sí mismo y un antiguo kameraden muerto en batalla.
“Quién eres? Cómo sabes mi nombre?”
“ Yo soy Ondina, la que todo lo ve y todo lo conoce, comandante de esta orden de mercenarios, sin credo ni bandera, sólo tenemos un señor, el oro. En nuestro seno encontrarás camaradería, alegría y amistad. Pasa y se bienvenido, pues en tu interior sabes que éste es tu lugar y aquí es donde te has de quedar”.
Hace de esto mucho tiempo ya, tanto que ni lo recuerdo, en mi cuerpo las batallas y los años han dejado cicatrices, viejos kameraden nos han dejado y nuevos han llegado junto a nosotros, pero BAR siempre se mantuvo fiel a sus principios, la alegría, la camaradería y la unión entre sus miembros JAMÁS se quebró.
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